El auge de las redes sociales ha cambiado el panorama de la comunicación, la forma de publicitar y promocionar los productos, servicios y marcas y ha propiciado la creación y crecimiento de nuevas profesiones.
Entre esas nuevas profesiones, en los últimos años ha destacado una por encima de todas: los influencers. Su éxito es imparable, las marcas cada vez invierten más en ellos y los planes de marketing cuentan con acciones específicas.
Sin embargo, las previsiones indican que, si no se hace algo, esta tendencia morirá de éxito debido a la sobresaturación en las redes sociales que, como Instagram, se han llenado en los últimos años de influencers que recomiendan en sus feed multitud de productos y servicios.
Menos es más, también en la comunicación
Para evitarlo, las marcas se comienzan a fijar cada vez más en los microinfluencers, usuarios con menos de 30.000 seguidores en sus redes sociales que llegan a públicos más reducidos y específicos.
Lo que en un principio puede parecer un gran inconveniente, comunicar a menos gente, en realidad no lo es, ya que, al dirigirse a sectores de la población más concretos, el alcance y el engagement es mayor, lo que al final es lo que les interesa a las marcas: conseguir el mayor grado de interacción posible de los seguidores de una cuenta con las publicaciones en las que sus productos o servicios son presentados.
Además, el público que sigue a los microinfluencers se caracteriza por ser homogéneo y leal, mientras que el de los grandes influencers, a pesar de que llegan a un número mucho más extenso de personas y sus grupos de influencia son mucho más heterogéneos, presentan un porcentaje de fidelización mucho más bajo.
Esta lealtad que muestran los seguidores de los microinfluencers se traduce en una tasa más alta de credibilidad, lo que resuelve uno de los problemas a los que se enfrentan los influencers con grandes cuentas: que sus seguidores están sobresaturados y no creen que realmente utilicen en su día a día las marcas o los productos que promocionan. Sin embargo, los microinfluencers establecen relaciones más cercanas con los consumidores lo que les permite generar mayor confianza con sus públicos.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que las tarifas de los microinfluencers son mucho más bajas que las de los influencers, lo que repercute positivamente en el balance final de la acción.
Después de este pequeño análisis, solo nos queda concluir desde Giving International que se recomienda utilizar microinfluencers en empresas pequeñas y en campañas publicitarias que no tengan por objetivo alcanzar un gran número de público, pero sí concreto y fácilmente fidelizable. Además, estas acciones son la mejor manera de testear el lanzamiento de un producto o servicio sin grandes inversiones y con miras a un mercado más amplio.
No cabe duda, apostar por pequeñas cuentas no limita para obtener grandes logros.
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